Thursday, August 28, 2008

Hielo


Debemos transar nuestra senda con Minos?. Dama celeste los vértigos me atraen
zumbando el miedo
Velocidad irresistible del viento
sujetas mis huesos con tus delicados extremos. El beso del relámpago hecho Dios
Los ojos ensangrentados de fugas,
No pretendo vivir en espejos
lamentando mi regreso
Si los gritos de mis mudas manos
se fijan sólo en el tacto
y tú soplas mis nombres al viento
peregrinaré contigo
no temeré a mis tempestades
Hoy ofrendo violetas
para celebrar las soledades venideras
entre brisas y azules gotas
Los rastros dejados por los espantos, son demasiado tibios. Sus verdes se han dilatado en el olvido
Los condenados a recordar estarán presentes
en los festines de oráculos desiertos
en la humedad de las avenidas
en sus destierros
Cada uno de los remolinos
estirados en el tiempo
succionan una sabia de lágrimas devueltas al origen
Todos los Arcanos
vasallos, guerreros, pajes, bufones, juglares y torpes
han caído del sueño
son piedras, silencios
¿Naufragaremos después?, ¿Esa mañana gritarás mi nombre?
La resurrección es propia del desconsuelo
ha palasmado sus huellas
Fénix que oscuro te has vuelto
Ya no palpo mis cenizas
Todos mis sueños serán bebidos
mientras susurren los rayos y se escuchen feroces alaridos
de mamíferos marinos
Arcano de mis colapsados movimientos
tantos siglos sangrando sin dolor
Será voraz heredero de la Luna
Tú con tus colores alzarás las olas
para danzar en las corrientes más profundas.

(VII-Aquinas)

Friday, August 1, 2008

Muere en 1992, pero en 1983 regresa a Chile por un corto período, pues luego viajaría a Ginebra.....No obstante, mucho antes, en 1931, publicaría Vigilia por Dentro.

Caída del ángel

Porque aún no supo de la soledad iba desvaneciéndose en
una campanada, la niña en mi anillo como temblando de saber
Aquella dulce emboscada que le tendieron mis sueños ardientes
Hasta que en mi pecho sucumbe fría, cubierta de un solo brillante
Y un espejo cae sobre ella como un imperio helado de ojos
hasta temblar.

Es la hora en que se abren lentamente las manos en las estrellas,
La hora en que el fondo del mar me dobla el pecho en lo dormido.
Ahí entonces ella pasa por mi alma con sus sienes fosforescentes
Alza antiguos esclavos sumergidos,
Su frente de mareas aún no sopladas, sigue uncida a sueños de dulce red.
Por sus pies la cabeza solar del agua se desprende insegura de sí misma.
Beso a esta mujer como si la hubiera conocido bajo una flauta
que despeñara sus delgadas aguas,
Su cuerpo tendido como un mapa desvelado de algún país de noviembre.
La beso entreabriendo viñas que se contienen, para que restañe fuego, el que nace de su sima.
Por temor a lo obscuro, su pecho contra un cristal pies de golondrina entierra,
He aquí por fin tantas palomas que pían la más tierna claridad,
Con una dulce ortiga mi sien va hiriéndola hasta el mismo olvido.

Humberto Díaz-Casanueva