Saturday, January 22, 2011

POEMAS ANTIGUOS

Desde las rocas

Desciende y lleva tus cabellos en las manos
desciende al punto de tus ojos
sobre el rugir marítimo y su canto

Hemos destruido lo que nos habita
sembrando el océano con olas ciegas
levantado Dioses desde el pan y la roca
divinizándolo todo
con miedo de voltearnos hacia dentro
reptando la escalera mágica y su tiempo

Donde la imágen detrás de su cuarto
esperando nacer de nuevo?
acariciando torres crecidas al viento
cosiendo sus escombros vacios

la muerte no se viste de vanidad como pretendemos
con esos rostros pintados ante un espejo
en movimiento
o esas danzas enlutadas
señalando la falta de tiempo
para decir te quiero


Abismo


Un pequeño murmullo
se cuela en la jugosa mirada
callando en el olvido
exhausto y quieto
dormitando sobre mi cuerpo
el témpano abre sus ojos
y tu callas
el sordo golpe de los besos
bebiendo la flor crecida en mis extremos
si caminaras por el borde del abismo
verías las raíces erguidas
suplicando por la herencia que les fue arrebatada
los últimos instantes
antes de perder la sangre
de quebrar la voz ante el vacío


Memoria opaca o el canto del jardín perdido


Algo parecido a la memoria
ronda
un silencio opaco
cayéndose de su espacio devoró los buenos recuerdos
sólo quedó un grito ahogado en la alcoba

Detrás de la casa hay un jardín oculto
crece un árbol solo de noche
cada mañana cosecha rocío
venido de otros ojos
cosecha y siembra sus raíces en los desvencijados valles que dan
a la calle
el acceso se hace díficil
por las tardes el viento entorpece el panorama
y oculta el sol tras la ventana
el ramaje se derrama en la cama proxima al corredor
rostros deformados en muecas se aceleran y se confunden con
las nerviosas raíces que de una luciérnaga cuelgan

Ya no hay espacio para el descanso
no queda tiempo
se fue apagando entre los dedos
en el tacto infinito
en la sombra que habita tus párpados
una parábola abierta en medio de la lluvia
entre los pasos y el hambre de los muertos
que se han ido olvidando de su descanso


Recuerdo antes del entierro

Altar blanco después de la lluvia. Recuerdos borrados y mutilados son carga mecida en el ocaso. Descolgado los ojos para ver las lágrimas despiertas. Los náufragos tienen sed y han robado la muerte. Buscan el sol y el aroma de los naranjos. Insomnes recorren tu piel.
Los pasos se pierden tras la escalera. Encendida la retina se expande. Mitos en cada estrella inturrempen el flujo normal de la sangre. Que es normal?. Donde buscamos los testigos que necesitamos para el grave paso por el mundo?. Hoy no es posible ver dentro de la brisa. Si te movieras en velocidad constante te darías cuenta que el paisaje es igual en todas partes. Verías como el tiempo muta y se pierde en las palabras vacías. Una a una las lágrimas se alejan llenado el silencio. Gris es la lápida que señala un sitio que no reconozco pero me aguarda. Oxidada y torcida es la reja que encierra mis años. Se abre con dificultad y las espinas cubren la muralla de enredaderas. Hay humedad y silencio. Sobre todo silencio. Sólo las polillas acuden al entierro. No hay arena en la ciudad de los muertos. No hay sal o pan solo el vino eterno encerrado en el fuego. El océano golpea malecones con espuma y sombras que se deshacen en la fiebre. Se escurre entre las manos perdidas de los años


Péndulo propio

No había nada en el recuerdo
y ella lame sus heridas
al borde del abismo

Se veía bien la última vez,
diluída en las voces
sin esperar esas malditas auroras
impuntuales

Por fin, cruzó el umbral
miró a cada rincón
buscando rostros esparcidos
en las murallas

Se dijo: mañana vendrán por mí
mañana; ofreceré mis ojos
a quién sepa mi nombre

Ese antiguo nombre
que sólo se pronuncia de noche
Mi nombre, que del candelabro cuelga
en el centro de la pieza


Al final


Y el estremecimiento que saltó desde su tiempo
aquejado por la ira y la fiebre
por el silencio corrupto de dos lenguas
como una noche que se hunde al fondo de los ojos
ahogándose en su firmamento,
recorrió todos los pasos
buscando el vino derramado y la sangre envuelta en su número mecánico

Vértigo helado que susurra y jadea entre los dientes
las últimas profecías
y se van haciendo confusas porque las piedras no tienen memoria
sólo improvisan desde sus inviernos
el último gesto que romperá sus rostros
cantando su letanía ante el océano

Frente a la sombra las manos danzaron
palpando los tibios extremos
dibujando el destino en la arena
quién alzó la última estrella?
quién se llevó mi nombre atrapado en el viento?