Monday, April 23, 2007

Aquinas



AQUINAS

Entre el pestañeo, el eterno paso de un cometa, párpado desangrándose. Aquí la leyenda contenida a sí misma, separándose, diluyéndose como un murmullo. Ahuyento a los que no arden al borde del abismo, expulso a la pereza, a los ojos blandos. Lástima moldeando al hombre. La condena es una mordida. Entre la sombra, la sospecha asombra y un esqueleto se viste de inevitable: Rey pescador, Aquinas, Niño de la Caracola.






DE LO PROFUNDO AL HIELO

(9 poemas)

SOMBRAS ROTAS

(7 poemas)

CRONICAS DEL CREPUSCULO

(7 poemas)

MURMULLO DEL ABISMO

(4 poemas)




DE LO PROFUNDO AL HIELO



i

Luz propia escuchando tras los pasos
persigues mi sombra
raptando una conciencia rota
Hipocampos contenidos en los velos de la luna
desenvuelven mareas en el hielo
entran por la boca
algas remotas cubren mis sueños
A mi pedido las medusas cruzan el universo
para rescatar el recuerdo
Es ese el misterio
la lejanía oculta del silencio
Los ecos mecen la antigua imagen
Encarnado el nervio arranca gritos
Un pez ha muerto
no es cualquier pez, soy yo entre corales
hendido por el veneno
¿Quién me cambia el rostro en la noche,
y bebe de mis contornos
que Aquinas dio el beso anterior?
Delirio de mil bocas
desgarrándose entre suspiros
Mi cádaver posee una fiebre profunda
viste la carne de otros
Consumido en la sangre del tiempo
no adivino mi rostro


ii

Suplico palabras como excusas
Sometiéndome a los deberes
al desgarro
El sol se oculta en mi saliva
En lo viscoso se mece el vértigo
Salobre es mi pulso
Habitando respirando
Rompe rocas olas
Ritual sagrado
Resguardo mi sonrisa
En cada tacto soy otro
La espalda que acarreo es ajena
Sólo el miedo me pertenece
Entre danzas perdí mi silencio
Por mi pecho escaparon delfines
sus ecos desataron la tormenta
he visto mis manos heridas
Mis voces diminutas
arañadas
han perdido el ritmo
Si deben oírse nuevamente
hay que dibujar las mareas
El silencio se concede olvida
Escuchando el ritmo interno
Voces que agitan cantos perdidos
Quién crucifica mis recuerdos desde los besos,
quién araña tras la puerta?
Mi muerte se agrieta
surgen cuervos con ojos sellados
traen el viento entre sus alas
No son necesaria flores

Sólo la sal empuña llagas
Quién me observa desde la orilla,
Quién mide mis pasos?
Soy tan antiguo
He perdido el origen de los ojos

(Picture: Rosarium Philosophorum, anónimo. Siglo XVI)


SOMBRAS ROTAS

i

En el festín olvidado
las crisálidas rotas liberan la pausa
alas recién incorporadas
en la fuente del caos
en la flora azul
Se quiebra la palabra
diseminada de aurora en aurora
petrificada en la arena
Dónde aguarda el ventisquero
para arrojar tu imágen al viento,
arropar las dudas
arrullar al bostezo?
Tras el murmullo del tiempo
escondes la mirada
pétalos infinitos seduciendo al cielo
traidora belleza
que mata al vidente
Se ha roto el hilo
que entrega la niebla
ii
Existo en el abismo
más allá del esfuerzo roto
que engendra furia
Incubo la impaciencia
recorriendo mis venas
hasta dejarlas secas
He inventado todos los venenos
menos la niebla
Los colores del destierro
se lavan al borde del diluvio
tiñen de muerte la acera
Peregrino en oscuras callejuelas
vestidas de murmullo
Desconfianza y fiebre
desatan la tormenta
que no puede tocar mi frente
sin arrastras los vértigos de mis sueños
Dentro de la mágnifica herida
habita el ocaso
estalla en costra ensangrentada
demorada en el grito
no palpa no se alarga
en ella se gesta mi sombra
llenando el reflejo
No soy una sino mil sombras
que han perdido el tacto
el regreso
El tiempo enloqueciendo a la memoria
Sólo puedo volar desnudo de frío


(Picture: Destruction of Leviathan from G doré)

CRONICAS DEL CREPUSCULO


ii

No puedo esculpir mi llaga
sin desprender parte de la fiebre
En las ventanas los rostros
acechan sus latidos
esperando el tacto
En las manos yacen los ojos abiertos
asisten a la fuga del tiempo
No puedo devorar mi lengua ardiendo
Pesado silencio que palpita entre campanadas

iv

Fecunda y sempiterna
multiplicas tu pétalo
inmolando tu velo
abriendo el rostro secreto

Vestida de vigilia
descansa tu estrella arrebatada
celeste en cuerpo
ausente

Mi infancia retratada
en sus constelaciones
se oculta entre las hidras
Son los riscos y no tu sombra
lo que palpa mi sangre
entre mareas

Cada ola murmura una leyenda
pintando al sol en las arenas.


(Picture: Tres Marías, desierto de Atcama. Chile)

MURMULLO DEL ABISMO


ii
Lejos de las manos
Aquinas escuchó un lamento
Atónitas las luciérnagas
que habitan sus ojos
como un secreto afiebrado
como un canto en el fondo del rostro
Daga ceremonial sobre un sepulcro anónimo
como un esclofrío clavado en el dorso


En su huida
Cruzando el bosque
Gritaron aves de anónimas siluetas
Dueñas de formas profundas
De abismos lejanos


Aquinas huyó del fondo del mar
del sepulcro y lo inconcluso
mientras las palabras se apoderaban
más y más de sus años


Soy el que nace en la sombra
regreso del último aliento
a la euforia
conduzco espíritus
lágrimas de abatidos duedos
que son devorados por Dioses melancólicos
En mis manos vive el sueño
en mi sien descansa el viento
recojo náufragos
ancianos envueltos de invierno
En mis párpados sostengo ofrendas
planetas que recuerdan a los suicidas
albergo guerreros sin nombre
que en lágrimas de sus viudas
mantienen la lucha
a soldados que olvidaron
porque alzaron sus armas
a los enfermos de infinito
a mártires
a víctimas del fuego


Soy el reflujo de estrellas líquidas
y un crepúsculo se posa
en la melodía de mis sílabas
Doy forma absoluta a la transfiguración
Soy marca errante de lo próximo
Soy aliento insostenible
olvido heroico de la identidad definida
de lo exacto
Soy la consejera perfecta
la última amante
voz que clama entre los latidos
la hoja que se mece en el destino
A veces cierro los ojos
pesados como venganzas
y voy gritando los nombres


Algún día el espasmo
te llevará a mi lecho
a mis brazos quietos
(Picture: Poseidón, anónimo)



(Picture: Madonna, escultura inconclusa de Michelangelo)




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